miércoles, 22 de enero de 2014

La rutina de una prostituta

La rutina de una prostituta
No importa el nivel económico que tengas, en los burdeles todos los hombres son iguales
     Existen diferentes tipos de lugares donde los trabajadores son juzgados diariamente. Desde las grandes empresas con los empresarios bien vestidos con un carro del año, pasando por las estaciones de policías donde los funcionarios son catalogados como personas deshonestas en la realización de su trabajo, hasta los puestos de moto taxis donde los trabajadores son vistos como antisociales. Pero ninguno de estos lugares llegará a ser tan mal visto como los locales nocturnos o también llamados burdeles.
    Tuve la oportunidad de visitar uno de los tantos sitios que se dedican a ofrecer este tipo de entretenimiento para adultos, ubicado en una de las esquinas más oscuras de Chacao, Caracas. En este lugar conocí a Roció, una mujer entre 30 y 40 años con un aspecto físico bastante llamativo que viste con prendas poco reservadas, lo que da a entender el oficio que desempeña.
    Roció, de cabello rojizo realiza una rutina cada noche, que empieza con un sensual baile sobre un tubo que se encuentra en la tarima principal. Esta tiene unas butacas a los lados para que la atractiva mujer cautive a los clientes y obtenga su respectiva ganancia, ya que en este opaco lugar ninguno de los servicios es gratis.
    Al finalizar su exhibición y que empiece la de su compañera, Roció recorre de forma circular el sitio para ver sus posibles clientes de la noche, quienes se reconocen ya que la forma de abordarla es seduciéndola y brindándole una variedad de tragos que se ofrecen en la pequeña barra. Una vez seleccionado aquellos hombres dispuestos a proponer grandes cantidades de dinero por su servicio, la despampanante mujer los agarra uno por uno y los dirige hacia un estrecho pasillo donde se encuentran dos habitaciones poco discretas, ya que una cortina de algodón simula ser la puerta.
    Este lugar a pesar de no ser muy lujoso tiene todo tipo de clientes, desde transportistas hasta ejecutivos, quienes van con el propósito de escuchar música, beber el trago que más deseen y ser seducido por la mujer que más le atraiga del local.
    Durante el transcurso de la noche, Roció, al ver que yo era la única mujer presente entre un numeroso grupo de hombres, se sintió ofendida y se me acerco a preguntarme cual era mi motivo para estar ahí a lo que reaccione sorprendida ya que no me esperaba ese acercamiento. Entramos en una interesante conversación en la que comentó:” Soy madre soltera y pilar de un hogar donde la única entrada monetaria es de mi parte”. Me aconsejó que nunca dejara que un hombre me hiciera sentir inferior, palabras que me impactaron ya que venían de la boca de una mujer que noche tras noche se encarga de satisfacer las necesidades de esos hombres desesperados que visitan aquel oscuro lugar.
Oficio de la prostitución en Caracas, Venezuela.

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